miércoles, 31 de marzo de 2010
el aullido del lobo en luna llena
Luna llena impide dormir.
Zapatilla rota sin culpa de otra.
Piel de naranja seca, aroma para el té.
Un dedo insultante, da lugar a una caricia para dos.
Una distáncia, no olvida, tattua.
Una cámara de dos se hizo una sin saber donde ir.
Tu pañuelo no dice ser hippy, sí tu mirada.
Una pastilla individualizada, para recuerdos cicatrizados.
La prohibición de mi sexo y de amarte.
¿Huir o quedarse? otra llamada de teléfono y un grito de ayuda.
Bonito día para vivir.
Línda noche para escribir.
Siempre tuvimos, tenemos, tendremos una sonrisa para el otro.
Fantasia de futuro, nietos verán un video que vivieron viejos de alceimer.
Fuimos padres del infortunio.
Estuvimos en fortuna.
jueves, 25 de marzo de 2010
La creación de la destrucción
¿Cuantos años hace que nos conocemos?
¿Porqué criticas mi reacción a tus ataques? ¿porque me atacas? ser divino.
Claro que huyo, porque conozco las consecuencias y las calles se me quedan pequeñas y e de subir a un punto de grandes alturas donde pueda divisar el mar, para calmar el alma de este sucio calamar, que proyecta su tinta distinta a quien rechaza su caza pa la casa.
Recuerdo sueños con facilidad. Son mi punto de autoanálisis.
Uno de mis últimos sueños...
La barra de un bar y una mujer derrochando simpatia con el hombre del sombrero gris. Esta mujer poco antes estuvo hablando con la máquina de tabaco, diciendo cosas como:
-Tengo que dejar de fumar, me esta resultando difícil llegar a final de més y el vicio cada vez más caro, joder, joder. Al recoger su cajetilla, asintió con los ombros y se sopló el flequillo mientras lo desprecintaba.
El hombre del sombrero gris, le pide un krüguer (cigarrillo), ella se lo entrega y cruzan una sonrisa.
La nobleza de esta mujer la hace descuidada y deja su preciada cajetilla de cigarros encima de la barra mientras se dirige al chico del sombrero gris apoyandole su mano en su ombro. Creo que le pregunta algo sobre la música y él le ofrece fuego en el momento que la canción dice:
You need my fire. Es un estilo hard-rock de los 70´y el cantante repite esta frase repetidas veces hasta que revienta junto a su hermana la guitarra. En ese instante surge la sonrisa complice de amantes conectados por la caricia de cupido y esto les hace vulnerables a la sombra que ahora se aproxima a ellos por su espalda.
Yo observo desde un sofá relativamente cerca para oir conversaciones.
Esta sombra antes citada, camina con andares vacilantes, mostrando camisa pecho abierta, para dejar caer de su cebado cuello unas cadenas de oro sangriento. Observa a la chica de pies a pelo y luego a su acompañante, en ese instante lanza sin preocuparle a donde va su palillo dental, con tan buen destino que cae en mi vaso de cerveza rubia y espumante recien volcada de su curvante botella.
Le miro, miro al techo buscando una comprensión divina y vuelvo a observar y espero...
La sombra, no piensa, reacciona... y sin preguntar coge el paquete de tabaco de la chica y se lo mete en el bolsillo de su americana de gángster, luego se repeina su pelo engominado hacia atrás cuando agarré mi botella curvante de cerveza rubia vacia y la hice ser libre hacia su cabeza para justificar tal injusticia. Como era de esperar a sombra no le gustó esa sensación y quiso decirmelo sin palabras, solo con gestos.
Una cosa curiosa que analizo es que, incluso siendo mi sueño no podia defenderme de esas caricias presidiarias y mis respuestas a ellas eran vanas como golpear algo transparente, sientiendo en mi cuerpo un dolor real hasta que porfin sonó mi despertador una música relajante provinente del Nepal.
¿Porqué criticas mi reacción a tus ataques? ¿porque me atacas? ser divino.
Claro que huyo, porque conozco las consecuencias y las calles se me quedan pequeñas y e de subir a un punto de grandes alturas donde pueda divisar el mar, para calmar el alma de este sucio calamar, que proyecta su tinta distinta a quien rechaza su caza pa la casa.
Recuerdo sueños con facilidad. Son mi punto de autoanálisis.
Uno de mis últimos sueños...
La barra de un bar y una mujer derrochando simpatia con el hombre del sombrero gris. Esta mujer poco antes estuvo hablando con la máquina de tabaco, diciendo cosas como:
-Tengo que dejar de fumar, me esta resultando difícil llegar a final de més y el vicio cada vez más caro, joder, joder. Al recoger su cajetilla, asintió con los ombros y se sopló el flequillo mientras lo desprecintaba.
El hombre del sombrero gris, le pide un krüguer (cigarrillo), ella se lo entrega y cruzan una sonrisa.
La nobleza de esta mujer la hace descuidada y deja su preciada cajetilla de cigarros encima de la barra mientras se dirige al chico del sombrero gris apoyandole su mano en su ombro. Creo que le pregunta algo sobre la música y él le ofrece fuego en el momento que la canción dice:
You need my fire. Es un estilo hard-rock de los 70´y el cantante repite esta frase repetidas veces hasta que revienta junto a su hermana la guitarra. En ese instante surge la sonrisa complice de amantes conectados por la caricia de cupido y esto les hace vulnerables a la sombra que ahora se aproxima a ellos por su espalda.
Yo observo desde un sofá relativamente cerca para oir conversaciones.
Esta sombra antes citada, camina con andares vacilantes, mostrando camisa pecho abierta, para dejar caer de su cebado cuello unas cadenas de oro sangriento. Observa a la chica de pies a pelo y luego a su acompañante, en ese instante lanza sin preocuparle a donde va su palillo dental, con tan buen destino que cae en mi vaso de cerveza rubia y espumante recien volcada de su curvante botella.
Le miro, miro al techo buscando una comprensión divina y vuelvo a observar y espero...
La sombra, no piensa, reacciona... y sin preguntar coge el paquete de tabaco de la chica y se lo mete en el bolsillo de su americana de gángster, luego se repeina su pelo engominado hacia atrás cuando agarré mi botella curvante de cerveza rubia vacia y la hice ser libre hacia su cabeza para justificar tal injusticia. Como era de esperar a sombra no le gustó esa sensación y quiso decirmelo sin palabras, solo con gestos.
Una cosa curiosa que analizo es que, incluso siendo mi sueño no podia defenderme de esas caricias presidiarias y mis respuestas a ellas eran vanas como golpear algo transparente, sientiendo en mi cuerpo un dolor real hasta que porfin sonó mi despertador una música relajante provinente del Nepal.
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